El georgiano venció con autoridad al estadounidense en el evento principal del UFC 316 y reafirmó su dominio absoluto en la categoría gallo.
Merab Dvalishvili volvió a demostrar por qué es uno de los campeones más temidos del UFC. En la noche del sábado 7 de junio, en Newark, Nueva Jersey, sometió a Sean O’Malley en el tercer round y defendió por segunda vez el cinturón de peso gallo. Lo hizo con una presión implacable y una técnica quirúrgica, que coronó con un raro north-south choke.
La pelea comenzó con el ritmo que acostumbra imponer Dvalishvili: ataques constantes, derribos, clinch, desgaste. Si bien O’Malley tuvo un aceptable segundo asalto y logró conectar algunos golpes, jamás pudo cambiar el rumbo de la pelea. En el tercer round, Merab cerró la distancia, volvió a llevar la pelea al suelo y esta vez no dejó dudas: transición perfecta, sumisión ajustada y tap por parte del ex campeón.

Con esta victoria, Merab extendió su racha a 13 triunfos consecutivos, consolidándose como uno de los peleadores más dominantes de toda la actualidad en UFC. Además, recibió el bono a la Performance de la Noche, y se convirtió en el primer campeón gallo en años en ganar una pelea por finalización.
Pero la noche no estuvo exenta de dramatismo: durante su entrada al octágono, una baranda se desplomó y estuvo a punto de causar un accidente serio con los fans. Por suerte no pasó a mayores, y el propio Merab bromeó luego: “Casi me noquea la baranda antes que O’Malley”.
Finalizada la pelea, en la entrevista del octógono, haciendo la famosa llamada al próximo rival, Merab nombró a Cory Sandhagen, que viene de finalizar a Deiveson Figueiredo y es de los pocos peleadores del top de la categoría a los que todavía no ha enfrentado. El estadounidense viene pidiendo pista y parece ser el próximo contendiente natural. También suenan nombres como Petr Yan, quien aprovechó la derrota de O’Malley para lanzarle una crítica directa:
“Esto pasa cuando te regalan cosas que no te ganaste”.

Sean O’Malley, por su parte, suma dos derrotas ante el mismo rival y su camino hacia una nueva oportunidad titular queda ahora cuesta arriba. Deberá reinventarse si quiere volver a estar en la conversación.
La categoría gallo está que arde, y el georgiano, con su cardio infinito y su mentalidad de guerra, sigue al mando de un reino que él mismo forjó a fuerza de derribos, sangre y corazón.