«Gracias por todo, Rafa»: el adiós soñado de Nadal en Roland Garros 2025.

0
46

Este domingo se vivió uno de esos momentos que quedarán para siempre en la historia del tenis. En el marco de Roland Garros 2025, el estadio Philippe Chatrier fue testigo de una escena inolvidable: Rafael Nadal recibió un homenaje lleno de emoción y aplausos en el que pareció detenerse el tiempo para decirle adiós como se merece al más grande sobre polvo de ladrillo.

Con las tribunas a reventar, camisetas con su cara, banderas españolas y miles de voces gritando “¡Merci Rafa!”, el 14 veces campeón de Roland Garros fue sorprendido con una ceremonia especial en París.

Lo más fuerte del homenaje no fue solo el cariño del público. En la cancha estuvieron Roger Federer, Novak Djokovic y Andy Murray, sus históricos rivales y compañeros de época, que viajaron especialmente para acompañarlo. El «Big Four» junto otra vez, pero esta vez sin raquetas, solo con abrazos, sonrisas y un respeto que desbordó la cancha.

En las pantallas del estadio se proyectó un video repasando sus momentos más gloriosos: su primer Roland Garros en 2005, su batalla con Djokovic en 2013, su 14º corona en 2022… y cada punto peleado con el corazón. Luego, Rafa tomó el micrófono y habló en español, francés e inglés. Le agradeció a su familia, a su equipo y sobre todo, al público francés, ese que lo adoptó como ídolo propio.

“En esta cancha viví los momentos más importantes de mi carrera. Me voy feliz, lleno de recuerdos y con el corazón agradecido”, dijo, mientras muchos en la tribuna no podían contener las lágrimas.

Como broche final, el torneo le regaló un gesto único: una placa con la huella del pie de Nadal fue colocada en la entrada del estadio. Ahí, junto a las leyendas, quedará su marca literal y simbólica, recordando que esta fue la casa de Rafa durante dos décadas. Estaban todos: Carlos Alcaraz, heredero natural del legado español, Iga Swiatek, que lo admira desde chica, ex jugadores, periodistas, fans. Todos se unieron en una ovación eterna.

Fue mucho más que una despedida. Fue un acto de amor entre Nadal y París, donde dejó no solo títulos, sino valores, entrega y un ejemplo de lo que significa competir con humildad y pasión. Y aunque el reloj del tenis no para, el recuerdo de este domingo va a quedar grabado para siempre.