Las esperanzas se esfumaron y el llanto explotó. El exastro brasileño Pelé cedió este jueves 29 de diciembre a una progresión del cáncer de colon que enfrentaba y por la que recibía cuidados para “disfunciones renal y cardiaca”. Es el adiós terrenal de la leyenda del fútbol mundial.
“Espero que, cuando fallezca, Dios me reciba de la misma manera en que todo el mundo me recibe hoy por cuenta de nuestro querido fútbol”, dijo en un video el legendario Pelé, cuando en octubre del 2020 celebró sus 80 años de vida.
Esa “misma manera” a la que se refirió Pelé es una sola: amorosa. Las muestras de afecto son universales. “Son el resultado de una vida de diez puntos, como el número de la camiseta que cubrió su torso durante 21 años de carrera deportiva. Y de globalizar una disciplina que para muchos es religión”, aseveró hace poco el canal de televisión France 24 en su portal web.
Considerado por la FIFA como el mejor jugador del siglo XX -una distinción que comparte con el argentino Diego Maradona- Pelé también fue elegido en noviembre de 1999 mejor futbolista del siglo por un jurado liderado por José Antonio Samaranch, presidente del Comité Olímpico Internacional (COI).
Pelé se convirtió en un ícono planetario no solo por los tres títulos de la Copa del Mundo que ganó con Brasil (Suecia 1958, Chile 1962 y México 1970), un tridente irrepetible hasta ahora, sino también por llevar, con el Santos Futebol Clube, la alegría de su fútbol mágico, artístico, espectacular, y de goles a las canchas de los cinco continentes, en cientos de partidos amistosos entre 1958 y 1975. Desde las principales capitales del fútbol hasta las poblaciones más recónditas de África disfrutaron con Pelé. El primer gran ídolo del balompié, con impacto mediático en todo el universo, se fue.
Pelé paró una guerra
“Hasta 59 países se quedan boquiabiertos con ese elenco de figuras que consigue remates inverosímiles, marca goles inimaginables y mueve el balón con una habilidad nunca antes vista. De ahí que los países se paralicen con su llegada, como bien recuerda José Manuel Ramos Delgado, central argentino del Santos FC desde 1968: El poder de Pelé fue increíble. Recuerdo cuando fuimos a Nigeria y aquel país estaba en guerra. ¡Y los tipos pararon la guerra un día para que el Santos pudiera jugar! ¡Increíble!”.
Mario Zagallo, compañero de Pelé en las conquistas de 1958 y 1962, y su entrenador en la maravillosa Copa de 1970, asegura que no ha surgido un candidato a quitarle la corona a O Rei. Y no se necesita haber nacido en Brasil para opinar así de Pelé. Ni Diego Maradona ni Lionel Messi, remarcó César Luis Menotti, DT de Argentina en el Mundial de 1978.
‘Era sobrenatural’
“Pelé es el mejor de todos, era sobrenatural, era imposible. Cualquier partido para Pelé era la final del mundo. Jugabas un entrenamiento y era la final del mundo”, contó el técnico campeón, que además fue brevemente compañero del brasileño en el Santos FC, en 1968.
En Mundo Deportivo, de Barcelona, el célebre Flaco Menotti dio más razones sobre su punto de vista: “Para mí era un placer estar en una cancha y verlo. Hacía cosas que uno no entendía. Le gustaba ponerse de arquero y no usar las manos, las sacaba de chilena, de palomita. Personalmente no lo puedo poner en ninguna comparación porque está lejos de todos, lejos absolutamente”.
Coronado campeón del mundo antes de cumplir los 18 años, en Suecia 1958, el todavía niño Pelé dejó una imagen clásica que seis décadas después no deja de erizar la piel de quien la observa en viejas fotos o en videos. Es la del rostro de Pelé hundido en el pecho del arquero Gilmar, quien trata de calmar al genial menor de edad que llora desconsoladamente porque su país venció 5-2 en la final al dueño de casa. Varias diabluras del jovencísimo Pelé en esa final, más goles despiadados, acaban de entrar a la historia y él llora.
‘Adentro de él hay…fútbol, fútbol, fútbol’, fue el encabezado de una nota de la revista argentina El Gráfico, en marzo de 1959, cuando ya era innegable que Pelé, el adolescente, era el mejor futbolista del mundo.
Con el fútbol adentro
El texto, elaborado con motivo de la realización de la Copa América, en Buenos Aires, dice de Pelé: “Sabe del fútbol todas las maneras sabidas y por saberse de tocar la pelota; todas las trampas lícitas (y las otras también) que existen para llegar adonde otros no quieren que el adversario llegue. Las sabe todas porque adentro suyo hay eso: fútbol, fútbol, fútbol… ¡siempre fútbol! Tiene la encantadora asociación de lo que le gusta y lo que le conviene hacer. Su vida no le dio tiempo para otra cosa. Por eso apenas fue al colegio, y todo se lo dio al fútbol, pasión con la que se ha hecho feliz y ha llevado felicidad a la que una vez fue su modesta familia”.
En aquel 1959, recuerda Marca, de España, “el fenómeno de 19 años anotó 127 goles en un solo año. Esa misma temporada anota el que, para él, fue el mejor tanto de su carrera. Fue ante la Juventude, de São Paulo. No existen documentos gráficos sobre esa diana pero, gracias a los testimonios de varios testigos se hizo una recreación aproximada del gol”.
Brasil nace con Pelé
Pelé ‘construyó’ la leyenda del fútbol brasileño. Es el responsable más visible e importante de la escuela del jogo bonito. Con Pelé se consolidó en la selección auriverde el estilo de ganar con base en buen fútbol por encima de cualquier limitación táctica o rígidos sistemas. Ese es uno de sus mayores legados. Por aquello Paulo Roberto Falcao, fabuloso volante de la Canarinha en España 1982, consideró a Pelé responsable del “reconocimiento internacional” de Brasil como potencia futbolística.
Bicampeón en Chile 1962, Peleó solo jugó dos partidos por lesión en ese torneo. En Inglaterra 1996 lo cazaron y lo aniquilaron los portugueses. “Era, sin duda, el mejor futbolista del planeta: rápido, fuerte, habilidoso, inteligente, improvisador y desinteresado. Era una estrella mundial, a quien las multitudes acudían a ver. Adoraba el juego y el juego lo adoraba a él”, dice la BBC.
Pero fue en México 1970 donde Pelé entró de manera definitiva a la eternidad futbolera. Ese Mundial “fue una explosión de color y ningún equipo poseía una paleta más rica que Brasil. En un torneo televisado -en vivo y a todo color por primera vez-, el movimiento de ballet y la habilidad sublime de aquellos trajes de vibrante amarillo canario y azul cobalto fue un salto gigante hacia un nuevo mundo futbolístico audaz y brillante. En el centro de todo estaba Pelé, un imán para la pelota en el campo y para los ojos fuera de él”.
En la final, en el estadio Azteca, Brasil aplastó a la defensiva Italia. “Todas nuestras fantasías se hicieron realidad, en el campo real, con ese Brasil de 1970″, opinó el periodista, escritor y guionista inglés John Carlin.
‘No era de carne y hueso’
Cuenta la BBC en su sito web: “Algún tiempo después, cuando el polvo se había asentado en México 1970 y las hazañas de Pelé ya habían comenzado a filtrarse en la leyenda, se le preguntó a Tarcisio Burgnich, el hombre encargado de intentar marcarlo en la final, sobre la experiencia. “Me dije a mí mismo antes del partido: ‘Pelé está hecho de carne y hueso, igual que yo. Estaba equivocado’, reflexionó”.
Si lo anterior -breve recuento de las hazañas deportivas de Pelé y de su impacto mundial- no basta comprender por qué el planeta lamenta la partida de Edson Arantes do Nascimento, tal vez él lo explique mejor que nadie en el prólogo de su autobiografía Pelé. Memorias del mejor futbolista de todos los tiempos (editorial Planeta, 2006).
“Los equipos de Brasil de 1958, 1962 y 1970 llevaron el fútbol a todo el mundo e hicieron que la gente se enamorara de este juego. Nuestra manera alegre de jugar despertó en el resto del mundo un interés por este maravilloso deporte. En esos tiempos generamos una verdadera pasión por el fútbol, una pasión que parece haberse transmitido genéticamente, ya que los niños nacen con el corazón lleno de amor por este juego”.
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