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    Sinner tocó el cielo en París: campeón y nuevo número uno del mundo

    Jannik Sinner cerró una semana perfecta al quedarse con el Masters 1000 de París tras vencer al canadiense Felix Auger-Aliassime por 6-4 y 7-6(4). El italiano jugó con una madurez y una frialdad dignas de un veterano, dominando los momentos clave y mostrando por qué hoy es uno de los nombres más temidos del circuito. Con esta consagración, no solo suma otro título a su vitrina, sino que también alcanza el número uno del ranking mundial, desplazando a Carlos Alcaraz.

    Desde el primer punto, Sinner marcó territorio. Con un saque sólido y una derecha que lastimó constantemente, le sacó ritmo a un Auger-Aliassime que intentó pero nunca logró tomar el control del juego. El italiano quebró en el quinto game y mantuvo la ventaja con autoridad, llevándose el primer set 6-4 sin dejar dudas sobre quién mandaba en la cancha.

    El segundo set fue otra historia: el canadiense levantó el nivel y empezó a arriesgar más, buscando desequilibrar con su servicio y subir a la red. Hubo intercambios intensos y puntos de altísima calidad que levantaron al público parisino. Sin embargo, Sinner volvió a sacar a relucir su temple en los momentos decisivos: aguantó las embestidas, forzó el tie-break y ahí no perdonó, cerrando el partido 7-6(4) para coronarse campeón.

    Con este triunfo, Sinner no solo suma su tercer Masters 1000 de la temporada, sino que también hace historia al convertirse en el primer italiano en llegar a la cima del ranking ATP. A sus 24 años, el jugador de Bolzano demuestra que su ascenso no fue casualidad: combina potencia, regularidad y una cabeza privilegiada que lo convierten en un serio candidato a dominar la próxima década del tenis mundial.

    Auger-Aliassime, por su parte, se va con sensaciones positivas. Jugó un torneo sólido, recuperó confianza y volvió a mostrar el tenis agresivo que lo llevó al top del circuito. Aun así, hoy se topó con un Sinner intratable. París fue testigo de una final de alto vuelo, donde el italiano no solo levantó el trofeo, sino que también tocó el cielo con las manos.

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