Alexander Zverev desplegó una carta de experiencia y control que resultó imponente ante el joven estadounidense Ben Shelton. Con parciales de 6-3 y 7-6(6), el alemán se llevó la victoria en 1 hora y 33 minutos, confirmando que no sólo juega, sino que entiende a fondo lo que exige un torneo de élite.
Desde el primer servicio, Zverev marcó territorio. Con un porcentaje elevado de primeros saques ganados y una postura firme en los intercambios desde el fondo de la pista, evitó entrar en la vorágine de Shelton, que si bien mostró chispa ofensiva no logró sostener el ritmo. En el primer set, un quiebre oportuno en 5-3 le permitió cerrar con comodidad el parcial.
El segundo set fue otra historia, ya que Shelton reaccionó, elevó su ímpetu y forzó el desempate. Ahí se vio la madurez de Zverev: tras verse 3-6 en el tie-break, salvó tres pelotas de set y encadenó cinco puntos seguidos para asegurarse el match sin dejar fisura.
Zverev utilizó su primer servicio como arma principal, consiguiendo puntos rápidos y evitando que Shelton tomase la iniciativa al resto. El alemán cometió muy pocas imprecisiones, mientras que su contrincante mostró mayor nerviosismo y precipitación cuando la presión subió. En la variedad de ángulos y peloteos propios de la pista cubierta de Turín, Zverev supo mantener la ventaja desde adelante, sin regalar oportunidades.
El tie-break del segundo set fue el ejemplo perfecto de cómo la experiencia se traduce en control emocional y ejecución: ante los momentos de crisis, Zverev respira hondo y encuentra respuestas.
Este triunfo arranca la participación de Zverev en estas finales con el pie derecho. Al haber ganado su primer partido, refuerza sus opciones de clasificación dentro del grupo Björn Borg y envía un mensaje claro a sus rivales: en Turín no está solo para cumplir, sino para pelear en serio.
