En un partido de dientes apretados, defensa férrea y ataques profundos aunque limitados, el conjunto chileno se llevó una merecida y muy buscada victoria por 23 a 13 ante Brasil, que buscó hacerse fuerte con sus delanteros, pero nunca hizo pie firme en el partido.
Le salió a Chile su plan de juego y por eso se llevó la victoria por 23 a 13. Le salió eso y tuvo además en cancha los ochenta minutos a Matías Dittus, su pilar derecho, en cancha. Pieza fundamental en el andamiaje de Pablo Lemoine, el número 3 fue determinante no sólo por lo hecho en su rol específico en el scrum, sino que además anotó un try, tackleó muchísimo, corrió con la pelota y jugó los ochenta minutos.
Por encima de ello, el partido tuvo tres momentos claros. El dominio de Brasil de los primeros quince minutos, en los que Chile tuvo mucho trabajo para acomodarse en el campo. Luego de eso, cuando consiguió asentarse y lograr algunas pelotas para jugar y llevar el desarrollo a campo rival, empezó a hacerse fuerte ahí con el trabajo de los delanteros, que poco a poco comenzaron a maniatar al pack rival, negpandoles cualquier intento claro de obtención.
Entre los 18 minutos y hasta el minuto final de esa primera etapa, Chile fue mucho más que Brasil. Pudo anotar un try a través de Dittus luego de sucesivos pick & go aprovechando la amarilla a Gabriel Paganini.
Después de ese try, Chile intentó, buscó, fue intenso, pero poco claro. No pudo sacar distancias ni sumar puntos porque Brasil se defendió con uñas y dientes muy cerca de su ingoal. Esto no quebró la moral chilena. Tampoco, el try de Lima.
Buena jugada -la mejor jugada de Brasil en ataque- con un patada corta de Reeves, que Maranhao cortó y a toda velocidad, llevó bajo los palos chilenos en la última de ese primer tiempo.
A pesar de irse al descanso Brasil 10-7 a su favor, las sensaciones que flotaban en el Charrúa eran otras.
En el segundo tiempo, todo se tiñó de rojo y si hubo tres puntos brasileños fue por un error en una salida, que no fue el único (en ese aspecto Chile deberá analizar algunas cuestiones) pero por lo demás, Chile dominó con su ataque, con su scrum, con el line, con los centros, con un partido formidable de Rodrigo Fernández y también, en defensa, cerrándole los caminos a Brasil, impidiéndole progresar en el campo.
Eso obligó a Os Tupis a tener que devolverle la pelota a su rival con patadas al fondo, regalándole y devolviéndole la posesión, lo que precisamente Chile quería que ocurriese.
El try de Böhme y los penales de Urroz (que saldría lesionado del tobillo izquierdo en una desafortunadísima jugada) le dieron la tranquilidad en el resultado sobre los diez minutos finales, que administró con solvencia y le permitieron quedarse con el partido tan ansiado, esperado y necesitado de cara al futuro.
La semana que viene, tocará Uruguay. Ese clásico que, se sabe, se juega con más dientes apretados aún.